Page 73 - Libro LEI 2020
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Un juego entre hermanas



               Las hermanas Parcas del Olimpo son: Cloto que hila oro, seda, lana

               o cáñamo, según la felicidad o infelicidad del que nacerá. Láquesis
               que con su vara medirá la longitud de la vida y Átropos con sus

               tijeras  cortará  el  hilo.  Están  aburridas  y  dan  vueltas  sin  cesar
               molestándose entre ellas.


               Su  padre,  Urano,  decide  regalarles  un  juego  de  mesa,  El
               Pandemonium.


               Entusiasmadas  las  chicas  comienzan  a  zamarrear  los  dados.  El
               objetivo final es lograr la mayor cantidad de víctimas fatales.


               Hay que llegar al casillero el de enfermedades mortales, avanzan

               uno,  dos,  tres…diez  saltos.  Ya  cerca  de  las  distintas  opciones:
               hipertensión,  diabetes,  infarto  de  miocardio,  Átropos  cae  en

               contagios  peligrosos,  sonríe  con  mirada  oscura  a  sus  hermanas
               que se regocijan pensando en el desastre que se va a producir.
               Inserta sus dedos finos y largos en los anillos de la tijera…


               Han  llegado  a  la meta,  ahora  a  elegir  el  agente  ¡un  virus!  ¡Uno

               nuevo! grita Láquesis, uno que los desespere, que los mantenga a
               todos en vilo, que los encierre en sus casas, que no les permita

               verse,  que  lo  ahogue  en  el  miedo, que  los  obligue  a  plantearse
               para qué están en este mundo, por qué maltratan a la naturaleza,
               para qué acopian fortunas… un virus que les duela en el alma, una

               peste  como  las  antiguas  ¿se  acuerdan  en  el  2010?  ¡cómo  nos
               divertimos aquella vez!


               Y para hacer más interesante el juego, utilizaron las artes de la
               alquimia, mezclando pócimas mortales, danzando en derredor del

               tubo  de  ensayo,  cantando  canciones  fúnebres,  sus  preferidas,  y
               poco a poco fue surgiendo un pequeño rey con corona pavorosa.


                                                                        María Ana Ardizzone




                                                                                                    72
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