Page 29 - Libro LEI 2020
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Les elefantes
En un país sin litoral, al sur del África, un grupo de mujeres se ha
levantado en armas para defender a los animales de las manos del
hombre. Manos que las han explotado con devoción. Akashinga , las
valientes. Ellas son la fuerza de élite femenina que lucha contra la caza
furtiva, y se declaran incorruptibles ante las demandas del patriarcado.
Alonso Hernández de Toledo, reconocido cazador de gran poder
inquisitivo y masculinidad frágil, enterado de la noticia, decidió
entonces emprender viaje a Zambezi, territorio de las bravas, para que
su hijo Enrique, de catorce años, recibiera su hombría enterrando una
bala en el corazón del felino. Y ya que para lograrlo debían además
sortear la protección de unas negras cabeza rapada, el muchacho
aprendería ese día dos lecciones.
Los señores se adentraron en las exuberantes praderas de la sabana,
tentados de encontrarse con las fieras, y también con los leones. Con
ellos arrastraron a Emeka, un zimbabuense que no pudo resistirse a
suplir alguna de sus carencias. Alonso iba al frente, muy entusiasmado
por la caza y la posibilidad de atormentar a alguna mujercita que no
supiese su lugar. Antes de que pudieran visualizar a los leones que se
encontraban a escasos metros de su recorrido, Vimbai Kumire, la
mejor tiradora de Akashinga y guardadora de bosques, ya los tenía en
la mira. Emeka, Alonso y su hijo se tiraron al suelo, apuntaron sus rifles
hacia los leones y, creyendo que habían burlado la guardia, se
prepararon para la matanza. Vimbai, sin que le temblara un músculo,
dirigió hacia los hombres un grito de guerra. Alonso, embravecido y sin
miras a obedecer, apuntó al más alto de los felinos. Vimbai advirtió por
última vez que dispararía. Emeka soltó su rifle, alzó los brazos en
rendición y advirtió a los señores blancos sobre la bravura de la mujer.
Enrique, asustado, le pidió a su padre que desertara o le dispararían.
Pero Alonso, insobornable machirulo, jaló el gatillo.
Miriana Delbene
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