Page 119 - Libro LEI 2020
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Miradas
Siempre comienzo con mi mirada de fiesta, por supuesto,
la de disfraz, la de mascarita. La que tengo ensayada y
reservada para nadie, la que sólo le regalo al botiquín.
Por eso me da miedo encontrar la tuya, no voy a permitir
que creas que la devuelvo. Así que me refugio detrás de
mis anteojos de catalogar, mis antiparras de clasificar, y así
procedo a etiquetarte. Es sabido que es la mejor forma de
poner distancia.
Te das cuenta y me ignorás. Entonces regreso a mi mirada
carnaval, mi mirada intriga, mi mirada de pelar cebollas,
capa por capa.
Comienzo a buscar lo que no espero, desear lo que no se
ve.
Y como siempre, cuando lo que no estaba esperando
comienza a seducirme, me invade el terror de encontrar
más.
Me torno refractaria y empezás a buscar a otra.
No quiero eso, te miraré hasta que me mires. Voy a
taladrar tu espalda hasta lograrlo.
¡Ah! ¡Por fin! Me reencuentro con tus ojos. Pero se instala
el pavor. El pánico de desear lo que no encuentro. La
ciénaga del encontrar lo que deseo.
Prefiero suponer que no eres gran cosa y me pongo las
antiparras. Con ellas puedo filtrar tus ojos y centrarme en
lo que realmente importa, y así encontrar lo que me hace
perder el miedo: un adjetivo que me permita decir que no
valés la pena.
Empiezo a aburrirme, ya no veo porqué seguir aquí
esperando, es claro que hoy no te vas a decidir. Además,
seguro que mañana volvés…
Ricardo Merayo
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