Page 131 - Libro LEI 2020
P. 131
Nueva vida
Corría un año bisiesto y Dios mandó detener el vertiginoso existir
de los humanos.
Le pregunté si era necesario convocar a la muerte, pues nos
llegaban noticias nefastas de otras naciones dónde morían como
moscas en soledades impensadas, pero entendí que debía esperar
para saber la respuesta.
En mi país no pudimos detener del todo el segundero porque
algunos no acataron el recogimiento, y ávidos de supremacía,
salieron a diseminar lo evitable sin importarles cambiar el curso
de nuestra historia. Otros, pusimos pausa, sometiéndonos a
añorar el perfume de la comida materna, de la lluvia de verano y
hasta de rosedales imaginarios. Ahora apreciábamos la cercanía
de esos gorriones, retoños y mariposas, que, tan incólume y
delicada, nos pasaba casi inadvertida. Y pensar que nos era
cotidiana.
El devenir del silencio exento de bocinas y motores fue pasando
de sórdido a placentero, la naturaleza gozaba de un merecido
descanso y en lo social, la asistencia, tomó protagonismo con un
aplauso unánime en los barrios. En algunos hogares padecían
cercanías y en otros la creatividad afloraba.
Más allá del océano un niño salió al balcón y entonó una
canción...”Hola don Pepito”. Pronto se abrieron ventanas y
ventanales y se le sumaron multitudes al “Hola don José”,
poniéndole un toque de gracia a la realidad contundente que nos
abofeteaba a todos por empatía o desconsuelo.
No sé cómo concluirá esta narración.
Imagino a la humanidad con las manos hacia el cielo,
proyectándose en un abrazo universal, o rezando una plegaria a
diferentes dioses. La imagino más noble y piadosa, más humana,
evolucionando, acomodando valores y unida por amor, además de
por espanto.
Pero el final no dependerá de mí, sino de todos nosotros.
Aunque prefiera pensar que este cuento, no fue en vano.
Cecilia Spitaleri
130